El Imperio Romano, conocido por su vasta extensión y poder, acuñó diversas monedas que reflejaban su riqueza y organización.
En primer lugar, el áureo, una moneda de oro, se utilizaba para grandes transacciones y ahorros.
Además, el denario, una moneda de plata, era común en el comercio diario y tenía un amplio uso en la economía romana.
Por otro lado, el sestercio, hecho de bronce, también jugaba un papel importante en las transacciones cotidianas.
Finalmente, el as, una moneda de cobre, se utilizaba para pequeñas transacciones y era muy común entre la población general.
También el follis fue una moneda clave en la economía del Imperio Romano;
reflejando tanto la riqueza como los desafíos económicos de la época.
Desde su introducción por Diocleciano hasta su reintroducción en el Imperio Bizantino, el follis evolucionó en tamaño y composición, adaptándose a las necesidades económicas y políticas del imperio.
Entre los emperadores más conocidos del Imperio Romano, destaca Augusto, el primer emperador, quien estableció la Pax Romana, un periodo de paz y estabilidad.
Además, Trajano es recordado por expandir el imperio a su máxima extensión territorial.
Otro emperador notable es Marco Aurelio, conocido como el emperador filósofo, quien escribió las «Meditaciones» y gobernó con justicia.
Constantino I, por su parte, fue el primer emperador cristiano y fundó Constantinopla, marcando un cambio significativo en la historia del imperio.
En resumen, las monedas acuñadas en el Imperio Romano, desde el áureo hasta el as, reflejan la complejidad y la riqueza de su economía.
Los emperadores más conocidos, como Augusto, Trajano, Marco Aurelio y Constantino I, dejaron una huella indeleble en la historia, cada uno con sus logros y contribuciones únicas.
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